Su coronación fue la última que tuvo lugar en Escocia. Su padre, Carlos I, había sido ejecutado el 30 de enero de 1649, y al mes siguiente el Parlamento escocés declaró a Carlos II rey de Gran Bretaña e Irlanda, pero el Parlamento inglés no tardó en declarar ilegal esa proclamación. Al encontrarse con Cromwell y perderlo en la batalla de Worcester en septiembre de 1651, Carlos pasó casi la siguiente década exiliado en el continente.
La monarquía, la Cámara de los Lores y el Consejo Privado fueron abolidos, y Oliver Cromwell, después de muchos sobresaltos en la estructura de poder tradicional de Inglaterra, durante los cuales subieron y bajaron varios parlamentos, se convirtió en «Lord Protector» de la Commonwealth, con un poder casi dictatorial. No sería hasta la muerte de Cromwell en 1660, y la destitución de Ricardo, hijo y sucesor de Cromwell, que Carlos II emitió la Declaración de Breda en abril de 1660, permitiendo como él volver al trono de Inglaterra bajo ciertas condiciones.
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